Política

Los políticos y los límites de su vida privada

Si la mayoría de las personas hemos vivido situaciones vergonzosas o repudiables, ¿Por qué tenemos que pedirles a nuestros políticos que se abstengan de la misma? Por ejemplo, nos encontramos con el caso de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin que fue duramente criticada tras aparecer fotos de esta disfrutando en una fiesta.

Pensadores clásicos como Hegel con su famoso libro “Estética” o Rousseau y su “Discurso sobre el origen de la desigualdad”, nos ofrecen una respuesta sencilla: los políticos son creadores de costumbres cívicas, alumbran a la ciudadanía y la guían a través de valores éticos y morales provenientes de su comportamiento.

En este punto en particular, muchos personajes públicos, deportistas especialmente, deben ser (en mi opinión, erróneamente), modelos a seguir del buen ciudadano.

No obstante, este argumento que funcionaba en las sociedades preconstitucionales quedó desbordado dada las razones coyunturales de las sociedades posmodernas como: competición feroz por titulares en la prensa, es decir, mientras más escándalos creen, mejor; personalización de la política en sus lideres mas que en el propio partido y la masiva influencia que poseen sus vidas en las redes sociales.

Dichos fenómenos se difuminaron paulatinamente, lo público y lo privado, de tal modo que, en estos momentos, consideramos la transparencia del valor universal y, por tanto, todo debe ser público.

Estados Unidos frente a Europa

Existen razones estructurales de la cultura política de cada país. En general, los anglosajones o Estados Unidos a la cabeza, son los valedores del modelo según el cual el escrutinio de la vida privada de los políticos es necesario para valorar su acción pública, mientras que, para Europa, en especial Francia, siempre han considerado que el comportamiento privado de un político no debe pesar en la esfera de interés de la acción política.

En Norteamérica, por ejemplo, el congresista Anthony Weiner renunció tras publicar en una red social de contactos, fotos suyas en la que aparecía semidesnudo. Por otro lado, los franceses se enteraron que el funeral de François Mitterrand que tenía una segunda familia que se encontraba en secreto beneficiándose de los fondos públicos, o también hicieron presidente a François Hollande a pesar de tener una batalla personal y política con su exesposa Ségolène Royal.

Sin duda, otra razón estructural es la diferencia religiosa entre el protestantismo estadounidense y el catolicismo europeo. Los protestantes aceptan ideas opuestas a su pensamiento más no conductas como: amantes, uso de drogas o mentiras en sede pública.

Mientras que, en Europa, dicho comportamiento en temas amorosos es aceptado, al mismo tiempo que admiten que los políticos pueden no decir la verdad para su propia defensa.

Otro motivo es la percepción de la opinión pública sobre cuál son las funciones de los políticos. Mientras que la derecha encarna un papel de desarrollo y goce, la izquierda es caracterizada como trabajo y sufrimiento. Solo así se explica el asedio político por la mansión de Galapagar adquirida por Pablo Iglesias, y la ex portavoz del grupo confederal de Unidos Podemos en el Congreso, Irene Montero que sobrepasa los límites de una vivienda de un dirigente izquierdista, o el diferente tratamiento público entre las fiestas del ex primer ministro británico, Boris Johnson y Sanna Marin. Pudiera añadir la cereza del pastel en este caso: es mujer.

Devaneos amorosos y función pública

Las preguntas son las siguientes: ¿Esta cooptación del espacio público por la vida privada de un político favorece a la democracia? ¿Qué ventaja nos aporta, al meditar sobre el sufragio, conocer los devaneos amorosos de un político, gustos deportivos o su posible consumo de alcohol o cigarros? Entendiendo que esto no influye en el desarrollo lineal de su función pública.

El uso de esta información suele mermar el escrutinio sobre su acción de gobierno. Es más, es utilizada por los gabinetes de comunicación como arma de distracción. Así, todo el mundo recuerda que el presidente norteamericano Bill Clinton tuvo un romance con la becaria Mónica Lewinsky, pero pocos saben que fue él quien derogó la ley de separación entre banca de inversión y banca de ahorro, lo que nos condujo a la crisis financiera de 2008.

¿Significa que los políticos y las primeras instituciones del país tengan impunidad? No, bajo ningún concepto. Lo sabemos bien en España. Los límites los marcan las leyes. El acoso sexual es una conducta perseguible en todas las esferas sociales y de ello aprendieron mucho los ciudadanos franceses en el caso del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, acusado de violación y detenido en New York en 2011. Fue su precedente del #MeToo.

En general, en todos aquellos comportamientos no delictivos, la vida privada es relevante si se demuestra su incoherencia con el discurso político. Como aquel diputado británico abiertamente homófobo que luego se supo que era gay. Su castigo deben ser los resultados electorales.

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