Opinión

La necesaria firma de un pacto ético electoral 2020

Por: Jesús -Belén- de la Cruz

Director

Como lo que es igual no es ventaja y los derechos democráticos son un camino de doble vía, se hace urgente que los principales candidatos de los partidos políticos de matrículas mayoritarias y con posibilidades reales de ganar las elecciones presidenciales del próximo 5 de julio, entiéndase Gonzalo Castillo, Luis Abinader y Leonel Fernández, se aboquen a la firma de un Pacto Ético Electoral con miras a los comicios venideros.

Partiendo del viejo refrán que reza: “entre más claridad, mayor amistad”, un compromiso ético tripartito o multipartidista, avalaría los resultados de las elecciones organizadas por la Junta Central Electoral. Amparados en este acuerdo, cuando se cuenten los votos emitidos por los electores, estos deberán acatarse con respeto mutuo y a favor de los derechos democráticos que nos confiere la Ley de Partidos, Movimientos y Agrupaciones Políticas.

Desde los comandos de campaña que aúpan los actores protagónicos del actual proceso, partiendo de la preeminencia de sus líderes y candidatos, entendemos que todos ellos estarían de acuerdo con formalizar este compromiso interinstitucional o pacto de caballeros. Con los mismos derechos, se pudieran incorporar otras entidades minoritarias del sistema electoral vigente, siempre acorde con el mandato constitucional.

Ciertos líderes rehúsan entender que las competencias son un camino de doble vía, se gana y se pierde. La sociedad no merece estar sometida de manera permanente a los escarceos, amenazas y crisis perturbadoras que los malos perdedores provocan cada vez que son derrotados en unas primarias internas o elecciones nacionales. Unas son victorias, pero otras son derrotas.

Apegados a la transparencia y la legitimidad del proceso electoral, se hace necesario este pacto democrático. Abogamos por esta rúbrica, tomando en cuenta que desde las pasadas elecciones del 15 de mayo de 2016 todavía se espera que el candidato del PRM, Luis Abinader, reconozca el triunfo del presidente Danilo Medina, a pesar de que el actual mandatario obtuvo una aplastante victoria con casi 30% por encima.

Para algunos políticos la presión forzosa de ganar durante un proceso electoral puede ser demasiado impactante. En nuestro país se hace común el “síndrome del mal perdedor”. Vemos en cada competencia electoral a candidatos que luego de perder una contienda acuden al acto o “cultura del pataleo”. Esos, casi siempre son los mismos que cuando ganan o se encuentran en su “momentum político” suelen ser bastantes presumidos.

Cabe recordar el caso reciente de las primarias del 6 de octubre realizadas en el PLD, aún mantenemos el sabor amargo de los ánimos crispados exhibidos por Leonel Fernández y sus seguidores, hoy Fuerza del Pueblo. La sociedad fue víctima de situaciones muy caóticas, tanto así, que pusieron en reales peligros la estabilidad económica del país, afectando el turismo, fuente inagotable de riquezas, de crecimiento económico y de creación de empleos.

Actualmente, Luis Abinader y los perremeístas vienen reiterando el planteamiento de que el único resultado que aceptarían el 5 de julio, será su triunfo electoral, y que cualquier veredicto diferente a este, seria sobre la base de un fraude con la complicidad de la JCE, posición que pone en serios peligros el sistema democrático y de partidos vigente en el país.

En este contexto, el órgano rector del sistema electoral dominicano, el empresariado nacional, las organizaciones sociales, los grupos religiosos, así como las demás organizaciones políticas representativas no deben permitir que se trate de provocar otra crisis política en el país. Se debe respetar el derecho ejercido por los ciudadanos que se expresarán libremente en las urnas el próximo 5 de julio.

Un Pacto Ético Electoral arrojaría luz sobre la tiniebla y obligaría a todos los actores políticos a respetar los resultados de las elecciones, a las que acudiremos dominicanos y dominicanas para ejercer nuestro derecho democrático y ciudadano. Es importante un acuerdo político para validar un proceso electoral limpio, transparente y democrático. Sin importar los colores partidarios, el que gane que salga a celebrar y el que pierda que salude al ganador desde su casa analizando sus defectos y debilidades.

Es tiempo de erradicar las malas prácticas de no aceptar los resultados de cualquier proceso en que estemos participando siempre que perdamos. No es correcto descalificar el árbitro cada vez que no tenemos ganancias de causas, y solo querer validar los resultados de los procesos y competencias cuando nos son favorables.

Los expertos en economía dicen que la “ganancia”, está generalmente relacionada con la palabra “pérdida”,ya que, una está seguida de la otra. Por lo que siempre se recomienda, al tocar este tema, que se hable de ambas al mismo tiempo. Muchos de nuestros actores políticos deben adherirse a las buenas prácticas de respecto por las normas democráticas e institucionales a favor de los mejores intereses de la ciudadanía. 

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