Opinión

De cuajo, Luis debe cortar le contradigan (¿)

Pese a cualquier error producto de la impericia o de la torpeza de algún funcionario envalentonado que con el accionar equivocado daña la imagen oficial, es muy temprano aún–y raya en lo imprudente—para atribuirle pecados y abrirle fuego a un Gobierno que inicia su gestión en medio de una crisis económica y sanitaria de magnitud y duración impredecibles.

Máxime, cuando algunos de los promotores de los ataques o críticas extemporáneos, por tratarse de eventuales candidatos a ser invitados a rendirle cuenta a la justicia y a la sociedad por violaciones y malas acciones en el pasado reciente (?), lo menos que deberían hacer es guardar silencio, como le recomendara el presidente Luis Abinader en su discurso anterior.

Por lo que encontró y por la realidad a enfrentar desde el primer día de ejercicio, procede—y es sensata y responsable—la opinión del expresidente Leonel Fernández ante el Grupo Corripio, en el sentido de que: “no es tiempo de atacar al Gobierno”.

Coincidiendo, pero ya en una línea de pasar a la ofensiva, se expresó Guido Gómez Mazara, al llamar la atención sobre la necesidad de defender políticamente al joven Gobierno, porque la maquinaria propagandística del PLD “está intacta y no dará tregua “al régimen de Abinader”. Sugiriendo pasar del dicho al hecho, en función del compromiso del gobernante de que la corrupción y la impunidad chocarán con un muro sancionador, el exconsultor jurídico del Gobierno de Hipólito Mejía sentenció que: ”al que no da, le dan”. Y el jefe del Estado, sobre la marcha, parece aprender de errores ajenos, aunque el costo político se le pegara a él. Pero esto último, con urgencia, tendrá que revertirlo.

Aunque comunica bien y escucha, no debe ser el relacionista de su Gobierno, para evitarse riesgos innecesarios. Porque si hay equivocación o errores, deberán ser de otros (de los “pararrayos”), que habrían de cargar con las consecuencias. Como cuando un funcionario con extraviadas ínfulas de poder lo desdiga o ponga en juego su palabra y su autoridad ante los ojos del país (¿). La línea la traza el presidente y los subalternos, todos los demás, la siguen, coinciden con él o, mínimo, guardan silencio. No es lo que ha venido ocurrido y es mal augurio.

Es imperativo centralizar la línea de mando y cortar algunas alas o, sencillamente, se erosiona el principio de autoridad. A Luis, que ha ofertado “un Gobierno honrado, ético, transparente y que escucha”, hay que darle su tiempo y dejarlo gobernar. Creo que es lo que hace en estos tiempos de crisis, por ejemplo, cuando el país firma un acuerdo con Estados Unidos para tener acceso a unos dos mil millones de dólares para financiar proyectos de desarrollo en las áreas de turismo, energía e infraestructura.

Esto, por cierto, lleva a recordar el famoso Plan Marshall, una iniciativa norteamericana que buscaba la recuperación económica de los países europeos devastados por la Segunda Guerra Mundial. Habrían sido unos 13 mil millones de dólares. Y, como nota aparte, compartimos interrogante con el doctor Manuel Bergés:” ¿Si se rescinden los contratos de asfalto AC-30 por irregularidades, por qué no se dicen los nombres de las empresas envueltas en el timo al Estado? El pueblo tiene derecho a conocerlos.

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