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Murió Leonardo Del Vecchio: vivió en un orfanato, de la nada creó un imperio y se volvió el “rey de los anteojos”

 De un orfanato, de la nada creó un imperio y se convirtió en el “rey de los anteojos”. Es la increíble historia de Leonardo Del Vecchio, fundador de Luxottica y presidente de Essilor Luxottica, hoy el mayor grupo de anteojos del mundo, que murió hoy, a los 87 años, en un hospital de Milán.

El segundo hombre más rico de Italia después de Giorgio Ferrero (líder del coloso Nutella) y número 52 del mundo, Del Vecchio, empresario italiano que se convirtió en una figura legendaria en todo el mundo, nació en Milán el 22 de mayo de 1935. El menor de cuatro hermanos, nació cuando su padre, un comerciante de frutas del sur de Italia, ya había muerto. Fue así que, a los 7 años, su madre se vio obligada a dejarlo en un conocido y antiguo orfanato de Milán, el Martinitt, internado famoso porque allí también crecieron Angelo Rizzoli, que luego fundó la editorial homónima y Edoardo Bianchi, fundador de la histórica fábrica de bicicletas de ese mismo nombre. En el expediente del niño Del Vecchio podía leerse: “urge inmediata internación porque proviene de casas mínimas y pasa la jornada en el más completo abandono”.

El orfanato fue mi suerte. Se convirtió en mi familia, estaba bien y me enseñaron las reglas”, dijo Del Vecchio en un entrevista publicada hace unas semanas en una biografía escrito por Tommaso Ebhardt.

Mark Zuckerberg y Leonardo del Vecchio, en mayo pasado
Mark Zuckerberg y Leonardo del Vecchio, en mayo pasado

A los 15 años Del Vecchio dejó el internado y empezó a trabajar como ayudante en una empresa de medallas, copas y placas distintivas. “Los grabadores ni siquiera me llamaban por mi nombre, sólo ‘hijo’”, contó. Los dueños de ese negocio lo alentaron a anotarse en la escuela de Brera, para estudiar diseño y grabado, cosa que comenzó a hacer de noche. Después de un período en la región del Trenitno como jefe de impresión de un taller, el joven volvió a Milán, donde creó un laboratorio de moldes. Así, comenzó a conocer a los empresarios que, más adelante, se iban a convertir en los primeros clientes de Luxottica.

En 1958 Del Vecchio se mudó a Agordo, localidad en provincia de Belluno, en la región del Véneto, nordeste de Italia, donde abrió un taller de marcos para anteojos. Consiguió, gratis, un galpón de la comuna, que le regalaba espacios a quienes querían poner en marcha una empresa. Comenzó siendo proveedor de partes para las diversas industrias ópticas de la zona. Tres años más tardes, su taller pasó a ser Luxottica.

Propietario único desde 1967, decidió enseguida producir antejos completos y comercializarlos con la marca Luxottica. “Siempre odié la dependencia de otros”, explicó Del Vecchio. “Siempre preferí poco, quizás enseguida, pero determinado por mí. Cuando se trabaja para otras, se está en manos de otros”.

En 1969, como contó en el libro de Ebhardt, Luxottica estuvo a punto de quebrar cuando un banco le negó el préstamo necesario para pagarle a acreedores y obreros. Entonces, lo salvó el financiamiento de otro instituto, recordó un artículo de Forbes Italia. “Siempre tuve la curiosidad de saber si Del Vecchio, aplicando los actuales y sofisticados algoritmos que miden el mérito de crédito, habría superado el examen”, escribió Ferruccio De Bortoli, editorialista y exdirector del Corriere della Sera. “Por suerte en esa época se encontró con funcionarios bancarios que lo miraron a la cara y creyeron en él, en sus capacidades, en su espíritu de sacrificio, en sus ganas de salir adelante pese al viento en contra”.

Del Vecchio pasó los 50 años siguientes construyendo el mayor grupo mundial de anteojos. “Todo surgió del miedo a que mi futuro pudiera ser condicionado por otros”, declaró. “Un año, un importador nuestro norteamericano ordenó menos anteojos de lo normal y comencé a pensar que también el distribuidor ya no funcionaba. Así, comencé a comprar los distribuidores que más me gustaban”.

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