Francia aprueba el derecho a la eutanasia en la Asamblea Nacional
La Asamblea Nacional francesa ha aprobado el martes en primera lectura la creación de un «derecho a la muerte asistida», llevando así a una fase decisiva esta importante reforma social, que se venía gestando desde hacía varios años. El texto se ha aprobado con 305 votos a favor y 199 en contra para una cuestión que genera una fuerte división entre los distintos partidos políticos, pese a que una gran mayoría de los ciudadanos está a favor.
Los diputados han emitido su voto sobre dos textos legales, uno que busca generalizar el acceso a los cuidados paliativos y otro que autoriza por primera vez una ayuda activa a morir. El contenido de la medida limita el acceso a pacientes graves o incurables en fase avanzada de su enfermedad, que padezcan sufrimientos insoportables y puedan expresar su voluntad libremente en el mismo día de su aplicación. Eso excluye a los pacientes en coma o que sufran un alzhéimer profundo, pese a que pudieran haber solicitado la eutanasia previamente.
El documento también establece que los pacientes deben administrarse a sí mismos la sustancia letal (facilitada por un profesional médico), salvo que tengan una imposibilidad de hacerlo, en cuyo caso sería un profesional sanitario. A su vez, las palabras «suicidio asistido» y «eutanasia», debido a su connotación negativa, han sido eliminadas del texto.
Al más alto nivel del gobierno, mientras que el presidente Enmanuel Macron se ha mostrado a favor del texto, el primer ministro francés, François Bayrou, históricamente reacio a apoyar la muerte asistida, ha afirmado sus dudas sobre el texto, afirmando que se «abstendría» en esta etapa.
«Con respeto a las sensibilidades, dudas y esperanzas, el camino hacia la fraternidad que anhelaba se abre poco a poco. Con dignidad y humanidad», ha afirmado Macron en su cuenta oficial de X.
La solicitud debe ser ahora examinada en un plazo de quince días por un grupo de médicos en un procedimiento colegiado. En caso de aprobación, se prevé un plazo de reflexión de dos días durante el que el paciente puede dar marcha atrás y luego el procedimiento debe tener lugar en un plazo máximo de tres meses. Si el texto fuera finalmente adoptado, Francia se convertiría en el octavo país europeo en legalizar la muerte asistida.
Divisiones en la Cámara Baja francesa
Aunque cada grupo permitió a sus miembros la libertad de votar sobre un tema que toca las creencias y experiencias personales de cada persona, la Cámara Baja estuvo profundamente dividida entre la izquierda y el «bloque central», por un lado, mayoritariamente a favor del texto, y la derecha y la extrema derecha, reacios a su aprobación.
Durante sus explicaciones de voto, los diputados subrayaron la gravedad del momento y elogiaron la calidad de las dos semanas de debates previos a la votación. La discusión también tocó la parte emocional de algunos de los presentes, como en los comentarios de la diputada del Partido Verde, Sandrine Rousseau, que testificó el sábado sobre el suicidio en 2013 de su madre, que padecía un cáncer terminal.
El Gobierno francés también logró modificar uno de los criterios de elegibilidad, precisando que la fase «avanzada» de una enfermedad se caracteriza por «la entrada en un proceso irreversible marcado por el empeoramiento del estado de salud del enfermo que afecta a su calidad de vida».
Antes de su votación, los diputados también aprobaron una enmienda del presidente de la comisión de Asuntos Sociales, Frédéric Valletoux, que refuerza la colegialidad del procedimiento, y otra del Gobierno que restablece un plazo mínimo de dos días para que el paciente confirme su decisión.
Más garantías que en otros países europeos
De aprobarse la legislación, Francia se acercaría a algunos países europeos donde el suicidio asistido —autoadministración de una sustancia letal— y la eutanasia —inducida por un cuidador a petición del paciente— están autorizados, como Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo.
Sin embargo, la ley francesa iría más allá de la legislación vigente en Suiza o Austria, donde solo se permite el suicidio asistido en determinadas condiciones, siendo este último la regla y la eutanasia la excepción.
Actualmente, los cuidados al final de la vida en Francia están regidos por la ley Claeys-Léonetti de 2016, que permite una «sedación profunda y continua hasta la muerte» para pacientes terminales.
En Francia, este delicado tema ha surgido periódicamente en el debate público gracias a casos concretos que han suscitado una fuerte conmoción popular y han dividido incluso a la profesión médica. A este respecto, el texto permite que cualquier cuidador que no quiera prestar asistencia a la muerte podrá invocar una cláusula de conciencia.