Opinión

Un monumento a los caídos

Por: Luis Encarnación Pimentel

Por. Luis EncarnacionLa discoteca Jet Set, como lugar tradicional de diversión y espacio festivo, termina su ciclo y las circunstancias llevan, sin que estuviera en planes, a cerrar sus puertas con balance muy trágico y penoso.

Por prudencia y respeto a los que perdieron la vida bajo el techo desplomado, como actividad económica y razón social deberá tomarse su tiempo para–atenuados un poco los traumáticos efectos de la gran tragedia que enlutó al país—resurgir, cambiando de nombre y de ubicación. Como son las cosas, porque, sin pensar ni estar en agenda, es posible que el Museo del Merengue y la Bachata, que organiza el cantautor y exministro de Cultura José Antonio Rodríguez, con miras a abrir sus puertas en unos dos meses en la Zona Colonial, pase a ser un oportuno reemplazo del establecimiento colapsado.

 Y, ya retirados los escombros y alejado el fantasma de la muerte que sorprendió a tantos parroquianos mientras disfrutaban de una noche de merengues, en el lugar de la tragedia que enlutó el arte, el deporte y a tantas familias, solo procede y cabe que, como sugiriera el artista Rafa Rosario, se levante allí un monumento en honor y memoria de todos los caídos.

El presidente Abinader declaró seis días de suelo nacional, pero el arte y el país estarán de luto por mucho tiempo, mientras quede en la memoria de un doliente directo o dominicano sensato, el recuerdo lamentable de lo que vino a ser la tragedia del siglo en esta tierra. Y pensar que todo fue, como dijera el hermano del malogrado artista Rubby Pérez al despedir su cuerpo inerte en el cementerio, porque “aquí no hay instituciones fuertes, aquí no hay quien regule, aquí no hay quien vele”…

Ahora, tras el desastre y la enorme tragedia, quizá se actúe o se “amague” con regular, controlar y supervisar las construcciones, sean públicas o privadas, pero–seguro- terminaría siendo por un tiempo, no como práctica o política oficial resuelta e inmancable.

Y pensar que, se fuera creyente o no, la lamentable ocurrencia con la pérdida de tantas vidas humanas pudo evitarse, porque hubo señales y avisos varios que sólo lentos o retraídos no vieron ni advirtieron, incluso cuando en plena actuación del artista se veía caer del techo, finalmente desplomado, algunos desprendimientos. Testigo–y lo dijo—fue Sergio Vargas, quien al final de una actuación en el lugar vio barrer partículas blancas, por las que preguntó y le dijeron que caían del techo. Eran avisos.

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