Opinión

“El Recorte a los Partidos”

Por Manuel Cruz.

Dentro de las pletóricas propuestas que he presentado en procura del fortalecimiento de la democracia y las instituciones que la operacionalizan, en el año 2016 exterioricé la necesidad de utilizar los fondos públicos de los partidos en años no electorales para establecer un gabinete de las sombras en el país, ya sea mediante una gran alianza opositora o con el partido opositor de mayor fortaleza.

Como era de esperarse, esa propuesta fue ignorada pues la clase política dominicana carece de ese nivel de madurez y en países como el nuestro la cháchara sigue siendo electoralmente más redituable. Por tal razón, hoy seguimos despilfarrando miles de millones en años no electorales en favor de partidos que carecen de dialéctica.       

La Propuesta del Presidente

En su última alocución, el presidente anunció que enviaría un proyecto de ley al congreso para reducir en un 50% los recursos que recibirán los partidos para el año 2021. Inmediatamente, las reacciones en favor y en contra de los opositores y los aliados han estado a la luz del día.

En ese sentido, nadie debe sorprenderse de esas disyunciones pues ya en 1932 el politólogo estadounidense James Pollock manifestó, “que la relación entre el dinero y la política era uno de los grandes problemas de los gobiernos democráticos”. Sin embargo, resulta incongruente y desapacible escucharlos a todos reconocer la engorrosa situación y al mismo tiempo negados a la propuesta.

Además, es una gran burla que el pueblo tenga 7 meses sacrificándose, muchos suspendidos y otros cancelados de sus empleos, los productos encarecidos, los gastos colaterales incrementados y que al mismo tiempo el pueblo tenga que mantener estructuras políticas muchas de ellas parasitarias y cuasi-familiares.

Con el agravante, de que los principales dirigentes de los mismos cobran jugosos salarios por esas posiciones. Por eso, deben dejar de creer que somos sus deudores y no sus colaboradores; el pueblo no tiene la obligación de mantener a nadie y menos en un momento en que su propia salud y sus vidas están amenazadas.     

Los Argumentos.

Siempre he dicho que no hay en el mundo nadie más creativo que el dominicano cuando están amenazados sus intereses. En efecto, se han externado una cantera de sofismas para edulcorar sus repulsas a la propuesta del presidente. Cuchufletas que van desde preservar la democracia, evitar que llegue dinero del narcotráfico y la presencia del populismo. 

Fruto de ello, me surgen algunas preguntas, si vemos la democracia en sentido lato sensu ¿no apoya la democracia un partido que contribuye a salvar vidas? ¿Desde cuándo no hay narcotraficantes gravitando en todos los partidos? Y, ¿acaso una medida que favorece al pueblo no sirve por ser populista?  

Dentro de ese contexto, con ese proceder lo único que hacen es poner en evidencia lo siguiente, que son simples maquinarias electorales que no tienen compromiso social, que carecen de creatividad para captar recursos fuera de campaña y que la mayoría son carroñeros del erario ajenos al dolor de los pobres.       

Asimismo, han esgrimido el discurso de que las crisis globales no tienen soluciones locales en franca alusión a que el recorte de los 630 millones no tiene sentido. Es muy cierto que no tenemos la solución a este problema, pero tampoco podemos sentarnos a llorar mientras otros se hacen mucho más ricos vendiendo pañuelos.  

Nueva Propuesta.      

Al presidente que no espere más y que proceda con el envío de su proyecto al congreso y, junto con este se motive a recortar otras asignaciones que van en franco detrimento del pueblo. Esta sería una buena oportunidad para demostrar que no busca debilitar a sus opositores y que tampoco tiene carroñeros del erario preferidos.

De igual forma, a partir de este escrito me pongo a disposición de manera gratuita de cualquier legislador si es que existe uno que le pueda hacer honor al Art. 77 numeral 4 de la Constitución, para prepararle un anteproyecto de ley que procure la eliminación de fondos públicos para los partidos en años no electorales.     

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