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La Contra ese monstruo era un padre afectuoso, atento, alentador

El caso de Gisèle Pelicot ha conmocionado al mundo. Pasó de víctima a luchadora al decidir que el juicio fuera público, algo que ella y su hija habían deliberado sabiendo a lo que se exponían, todas aquellas pruebas en vídeo con los perpetradores presentes, horas y horas de hombres de entre 20 y 70 años violando a Gisèle en su dormitorio cuando estaba bajo los efectos de la sumisión química. Caroline Darian, apellido ficticio formado con el nombre de sus dos hermanos “porque este es un trauma familiar”, nos cuenta qué se siente al descubrir que tu querido padre es un monstruo, y comparte la historia de su madre, que salió adelante sin autocompasión, convirtiendo su caso en colectivo. Madre e hija han conseguido que la vergüenza ya no caiga del lado de las víctimas, sino de los agresores.

I.S.: ¿Qué padre conoció usted?
C.D.: Ese monstruo era un buen padre de familia, presente, afectuoso, atento, alentador. Participaba en las tareas del hogar y nunca lo vi pendiente de otras mujeres.

I.S.: ¿Estaba muy unida a él?
C.D.: Sí, con mi marido y mi hijo pasábamos cinco o seis semanas al año con ellos en su casa.

I.S.: ¿Y jamás detectó algo extraño en él?
C.D.: No, nunca un comportamiento desviado, pero tenía cámaras en las habitaciones de mis dos nueras, en la mía y en los baños, y nos colgó desnudas en internet. En un fotomontaje comparaba el cuerpo de mi madre con el mío bajo el título “La hija de la puta”.

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