Internacional

Cómo se elige el Nobel de la Paz

Era enero de 1939, el delirio nazi estaba a punto de empujar a Europa hacia una guerra infernal, y a alguien se le ocurrió nominar a Adolf Hitler para el premio Nobel de la Paz.

“En opinión de millones de personas, es quien más merece esta prestigiosa recompensa”, escribió el promotor de la candidatura, un parlamentario sueco llamado Erick Brandt. La propuesta provocó reacciones airadas; y ante el revuelo generado, Brandt, significado antifascista, aclaró que lo suyo no iba en serio. Con esa acción, dijo, quería cuestionar otra candidatura al Nobel de aquel mismo año: la del primer ministro británico Neville Chamberlain, quien estaba fracasando estrepitosamente en su intento de apaciguar a Hitler. La nominación del Führer, pues, fue desestimada. Como la de tantos otros: aquella edición del premio quedó desierta.

La anécdota ilustra bien uno de los aspectos más controvertidos del Nobel de la Paz: que prácticamente cualquiera puede ser nominado a él. Desde dictadores implacables (Josef Stalin optó al galardón en 1944 y 1945; Benito Mussolini, en 1935) a facilitadores de sangrientos golpes de Estado (Henry Kissinger, que ganó en 1973), la historia del premio está plagada de nombres dudosos.

Así, no es extraño que Donald Trump –quien, además de presumir de haber terminado con siete guerras, acaba de conseguir que Israel y Hamas acuerden la primera fase de su plan de paz para Gaza– piense que tiene posibilidades de obtener ese reconocimiento que, desde 1901, se entrega a aquella persona o entidad “que haya hecho más o mejor por promover la confraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y el establecimiento y la promoción de congresos de paz”.

Proceso de selección

Obtener la nominación es sencillo, pero luego cada candidato es analizado de forma exhaustiva por un comité

Aspirar al Nobel de la Paz es fácil porque basta con haber sido nominado por una de las múltiples figuras que, según los estatutos del premio, gozan de esa facultad: jefes de Estado y de Gobierno, miembros parlamentos nacionales, profesores universitarios, directores de institutos políticos, antiguos premiados… El abanico de opciones es muy amplio, y de ahí que Trump no haya tenido problemas para conseguir apoyos –gobiernos como los de Israel, Ruanda, Camboya y Azerbaiyán han dicho que lo han nominado, al igual que varios congresistas republicanos–. Eso sí: para el año en curso, solo se valoran las candidaturas presentadas antes del 31 de enero. Un plazo que, en teoría, debería jugar en contra del presidente estadounidense, que inició su segundo mandato pocos días antes de esa fecha.

Más allá de la manga ancha en las nominaciones, otro aspecto del premio que se presta a la controversia es el propio proceso de elección del ganador. El Nobel de la Paz no lo decide un jurado internacional, ni un grupo de expertos de renombre: siguiendo las instrucciones de su fundador, el sueco Alfred Nobel, el galardón lo otorga un comité formado por cinco personas elegidas por el Parlamento de Noruega. Con un mandato de seis años, los miembros del comité deben reflejar la composición de dicho Parlamento. A diferencia de lo que sucedía en un inicio, los escogidos no son políticos en activo, pero a menudo han hecho carrera en los partidos.

El actual comité está presidido por Jorgen Watne Frydnes, un activista de derechos humanos propuesto por el Partido Laborista, la formación socialdemócrata que lidera el Gobierno noruego. El resto de integrantes son Gry Larsen, también vinculada al laborismo; Kristin Clemet, procedente del Partido Conservador; Anne Enger, del Partido del Centro; y Asle Toje, del derechista Partido del Progreso. Tanto Frydnes como Clemet y Larsen han criticado públicamente a Trump en los últimos meses, así que es difícil que este comité se decante por el magnate.

El comité se reúne en una sala especial situada en la tercera planta del Instituto Nobel, en Oslo. Ahí, sentados alrededor de una gran mesa de madera y rodeados de los retratos de los anteriores ganadores del premio, sus integrantes revisan todas las candidaturas presentadas –este año, un total de 338–. La criba inicial tiene lugar entre febrero y marzo, cuando se elabora una primera lista de entre veinte y treinta nominados que en los meses siguientes es analizada de forma exhaustiva con la ayuda de asesores externos, quienes emiten informes detallados de cada nombre. Para elegir al ganador, el comité siempre busca el consenso, aunque se desconoce con qué frecuencia lo logra, ya que sus actas permanecen selladas durante medio siglo –y, a diferencia de lo que sucede en otros premios, rara vez se filtra información de las deliberaciones–.

Supuestamente, el comité toma sus decisiones con total libertad. Sus integrantes están sujetos a estrictas normas éticas, para garantizar la independencia. Pero eso no quita que puedan sufrir campañas de presión: el propio Frydnes ha reconocido que este año el volumen de mensajes relacionados con las candidaturas “ha sido excepcionalmente alto”. ¿El efecto Trump?

La última reunión del comité tuvo lugar el pasado lunes. Es decir, antes de que Israel y Hamas llegaran a un primer acuerdo en Egipto. Este viernes, a las 10:45 horas, el comité contactará con el ganador, cuyo nombre se hará público un cuarto de hora después. El premio –una medalla de oro y cerca de un millón de euros– se entregará en una gran ceremonia en el Ayuntamiento de Oslo el 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento de Alfred Nobel. El hombre que fundó un galardón por la paz tras haberse hecho de oro con un invento utilizado en incontables guerras: la dinamita.

Si te gustó, comparte esto!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *