Farándula y más

Muere la primatóloga británica Jane Goodall

Quizá la historia podría arrancar en los años 30, cuando a una niña londinense su padre le regaló un chimpancé de peluche al que puso por nombre Jubilee. O en los 60, cuando una joven veinteañera se plantaba a orillas del lago Tanganica, y se adentraba en el bosque de Gombe, sin ninguna formación en veterinaria, zoología ni biología, con la curiosidad como única arma, para convertirse en la primatóloga más famosa de todos los tiempos. Hoy muere la historia, y empieza la leyenda.

La científica y activista mundial Jane Goodall, ha muerto este miércoles a los 91 años. «El consejo que doy a la gente joven de hoy en día es exactamente el mismo que mi madre me dio cuando yo tenía 10 años y dije ‘voy a crecer, me iré a África, viviré con los animales salvajes y escribiré libros sobre ellos’. Todo el mundo se rió de mí. ¿Cómo podría hacerlo? No teníamos dinero, la II Guerra Mundial estaba en su punto álgido, yo era solo una niña… Pero mi madre siempre me había dicho ‘si realmente quieres conseguir algo, tendrás que trabajar duro, tendrás que aprovechar cada oportunidad que se te presente y nunca renunciar’. He tomado prestado ese mensaje para transmitirlo a toda la juventud del planeta».

La primatóloga convertida en conservacionista convirtió su amor por la vida silvestre en una campaña de toda una vida que la llevó desde un pueblo costero inglés a África, y luego por todo el mundo en una búsqueda para comprender mejor a los chimpancés, pero sobre todo al ser humano. «Podemos tener un mundo pacífico. Podemos avanzar hacia un mundo donde podamos vivir en armonía con la naturaleza, donde vivamos en armonía con los demás. No importa de qué nación provengamos, no importa cuál sea nuestra cultura, no importa qué religión profesemos. Este es el camino hacia el que debemos avanzar».

Goodall fue pionera en su campo. Abrió el camino para que otras mujeres siguieran sus pasos, entre ellas la difunta Dian Fossey. También atrajo al público hacia la naturaleza, asociándose con la National Geographic Society para llevar a sus queridos chimpancés a sus vidas a través del cine, la televisión y las revistas.

Jane Goodall,  en el especial televisivo 'Miss Goodall and the World of Chimpanzees', emitido originalmente por la CBS
Jane Goodall, en el especial televisivo ‘Miss Goodall and the World of Chimpanzees’, emitido originalmente por la CBSCBS | Getty

Revolucionó las normas científicas de la época, dando nombres a los chimpancés en lugar de números, observando sus distintas personalidades e incorporando sus relaciones familiares y emociones a su trabajo. También descubrió su asombroso parecido con los seres humanos. «Hemos descubierto que, después de todo, no existe una línea divisoria clara entre los seres humanos y el resto del reino animal», afirmó en una charla TED en 2002. Hoy su nombre es sinónimo de protección de esa apreciada especie.

A medida que su carrera evolucionaba, pasó de centrarse en la primatología a la defensa del clima tras ser testigo de la devastación generalizada del hábitat, instando al mundo a tomar medidas rápidas y urgentes contra el cambio climático. «Estamos olvidando que formamos parte del mundo natural», declaró a la CNN en 2020. «Aún hay tiempo». En 2003, fue nombrada Dama del Imperio Británico y, en 2025, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de los Estados Unidos.

De Londres a Kenia

Nacida en Londres en 1934 y criada posteriormente en Bournemouth, en la costa sur de Inglaterra, Jane Goodall soñaba desde hacía tiempo con vivir entre animales salvajes. Dijo que su pasión por los animales creció a medida que se sumergía en libros como Tarzán y Doctor Dolittle.

Dejó de lado sus sueños al terminar la escuela, al no poder costearse la universidad. Trabajó como secretaria y luego en una empresa cinematográfica, hasta que la invitación de una amiga para visitar Kenia puso la selva —y sus habitantes— al alcance de su mano.

Después de ahorrar para el viaje, que hizo por barco, Goodall llegó a la nación de África Oriental en 1957. Allí, un encuentro con el renombrado antropólogo y paleontólogo Dr. Louis Leakey, y su esposa, la arqueóloga Mary Leakey, la encaminó a trabajar con primates.

Bajo la tutela de Leakey, Goodall estableció la Reserva de Chimpancés de Gombe Stream, que más tarde sería renombrada como el Centro de Investigación Gombe Stream, cerca del lago Tanganica, en la actual Tanzania. Allí descubrió que los chimpancés comían carne, libraban guerras feroces y, quizás lo más importante, fabricaban herramientas para alimentarse de termitas. «Ahora debemos redefinir la herramienta, redefinir al hombre, o aceptar a los chimpancés como humanos», dijo Leakey sobre el descubrimiento.

Aunque eventualmente interrumpió su investigación para obtener un doctorado en la Universidad de Cambridge, Goodall permaneció en la selva durante años. Su primer esposo y frecuente colaborador fue el camarógrafo de vida salvaje Hugo van Lawick.

Gracias a la cobertura de National Geographic, publicó un relato de 7.500 palabras y 37 páginas sobre las vidas de Flo, David Greybeard, Fifi y otros miembros de la tropa de primates que había observado. Así los chimpancés de Gombe Stream pronto se hicieron famosos —el más conocido fue uno al que Goodall llamó David Greybeard (David Barbagris), por la franja plateada de pelo en su rostro. También contó sus propias hazañas para superar enfermedades, depredadores y frustraciones en sus esfuerzos por acercarse a los chimpancés.

Jane Goodall, en una entrevista en EL MUNDO
Jane Goodall, en una entrevista en EL MUNDOAlberto di LolliEL MUNDO

Casi treinta años después de haber llegado por primera vez a África, Goodall dijo que se dio cuenta de que no podía proteger ni apoyar a los chimpancés sin abordar la alarmante desaparición de su hábitat. Se dio cuenta de que tendría que mirar más allá de Gombe, dejar la selva y asumir un papel global más amplio como conservacionista.

En 1977, fundó el Instituto Jane Goodall, una organización sin fines de lucro dedicada a apoyar la investigación en Gombe, así como los esfuerzos de conservación y desarrollo en toda África. Desde entonces, su trabajo se ha expandido a nivel mundial e incluye iniciativas de educación ambiental, salud y defensa del medio ambiente.

Se forjó una nueva identidad, viajando un promedio de 300 días al año para reunirse con autoridades locales en distintos países y hablar con comunidades y grupos escolares. Continuó con sus giras mundiales incluso en sus 90 años. Posteriormente amplió el instituto para incluir Roots & Shoots (Raíces y Brotes), un programa de conservación dirigido a niños. Fue un cambio radical respecto a su investigación aislada, que consistía en pasar largos días observando a los chimpancés.

«Nunca deja de asombrarme que exista esta persona que viaja por el mundo y hace todas estas cosas», dijo al New York Times durante un viaje en 2014 a Burundi y de regreso a Gombe. «Y soy yo. No parece que sea yo en absoluto».

Autora prolífica, publicó más de 30 libros con sus observaciones, incluido su éxito de ventas de 1999 Reason for Hope: A Spiritual Journey (Razón para la esperanza: Un viaje espiritual), así como una docena de libros dirigidos a niños.

Goodall dijo que nunca dudó de la resiliencia del planeta ni de la capacidad humana para superar los desafíos medioambientales. «Sí, hay esperanza… Está en nuestras manos, en tus manos y en las mías, y en las de nuestros hijos. Realmente depende de nosotros», dijo en 2002, instando a las personas a «dejar la huella ecológica más ligera posible».

Tuvo un hijo, conocido como «Grub», con van Lawick, de quien se divorció en 1974. Van Lawick murió en 2002. En 1975, se casó con Derek Bryceson. Él falleció en 1980.

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