De la alianza al poder: cómo los partidos satélite del PRM se abrieron paso en el Estado
La política dominicana vive una nueva versión de un viejo fenómeno: las alianzas electorales de conveniencia. En la contienda presidencial de 2024, el PRM utilizó una estrategia que ha demostrado ser eficaz: sumar a su boleta a más de 20 partidos minoritarios para proyectar una imagen de solidez y amplitud ideológica.
Sin embargo, tras la victoria, los compromisos asumidos en campaña comenzaron a materializarse. En pocos meses, varios dirigentes de esas agrupaciones han sido integrados al aparato del Estado, una especie de “premiación política” que ha generado opiniones divididas.
Por ejemplo, dirigentes del Partido Nacional Voluntad Ciudadana (PNVC) y del Partido Liberal Reformista (PLR) han sido designados en puestos diplomáticos y direcciones descentralizadas. Otros han sido promovidos como asesores del Poder Ejecutivo o como funcionarios de programas sociales clave.
Uno de los espacios más visibles de estas recompensas es el Parlacen, donde varios aliados del PRM consiguieron escaños, en algunos casos sin realizar campaña ni contar con estructura territorial propia. El PRM, al haber ganado una gran cantidad de votos como bloque, distribuyó estas posiciones entre sus aliados, permitiendo que pequeños partidos tengan ahora representación regional, aunque con escasa base electoral real.
Mientras tanto, sectores de la oposición y de la sociedad civil han criticado este modelo, advirtiendo que se trata de una forma velada de clientelismo político institucionalizado, donde el mérito y la capacidad técnica quedan relegados ante las lealtades coyunturales.
No obstante, desde el oficialismo se defiende la práctica como una manera legítima de consolidar gobernabilidad y mantener estabilidad en un contexto regional complejo. Lo cierto es que los partidos que no lograban colocar un solo diputado en solitario, hoy tienen presencia estatal gracias a su capacidad de negociación y a su adhesión a la figura presidencial.