“Bukele, ¿el presidente que nunca se va? “Un país dividido entre la admiración a sus logros y el temor a un poder sin frenos.”
Por Angel Puello – Especial para Diario de Todos-
La reciente aprobación de la reelección indefinida en El Salvador ha desatado un choque político y social que revela mucho más que un simple cambio constitucional: pone en evidencia el delicado equilibrio entre la popularidad masiva y la fragilidad democrática. Desde hace meses se hablaba de esta posibilidad; ahora, con la reforma ya consumada, toca mirar no solo la legalidad sino “qué ha pasado” con Bukele desde que formalizó este paso, qué reacciones ha generado, y cómo se mide hoy su respaldo ciudadano.
¿Ha bajado la popularidad de Bukele tras la reforma?
Aunque el presidente conserva cifras impresionantes de aprobación —alrededor del 80-85% según varias encuestadoras nacionales no gubernamentales— lo cierto es que hay indicios claros de desgaste. Antes de la reforma, su liderazgo era casi incuestionable, con niveles de apoyo que se acercaban al 90%. Ahora, la percepción de autoritarismo (judicial, constitucional, institucional) ha encendido alarmas entre ciudadanos, defensores de derechos humanos, Iglesia, empresarios y comunidades que tradicionalmente lo veían como la alternativa de seguridad contra las pandillas.
No hay datos aún de encuestas finales post-reforma que lo ubiquen con un 85%, pero ya se registran caídas leves en temas como la confianza en instituciones, salud pública, costo de vida, y la sensación de que ya no hay contrapesos efectivos frente al Ejecutivo.
Qué ha provocado la aprobación de la reelección indefinida
- Concentración institucional: Bukele y su partido ahora controlan el Congreso, el Poder Judicial y los mecanismos clave para interpretar la Constitución, lo que le permitió impulsos legales sin obstáculos.
- Críticas de actores sociales poderosos: La iglesia ha expresado preocupación, empresarios advierten sobre señales de inseguridad jurídica, y organizaciones internacionales han hablado de retrocesos democráticos.
- Polarización creciente: Quienes lo apoyan lo justifican diciendo que la estabilidad lo vale; quienes oponen, temen un futuro donde la alternancia se convierta en una ilusión.
- Efecto sobre la oposición: Muchos se sienten acorralados o temerosos de expresar críticas, en un ambiente donde el régimen de excepción ha permitido detenciones arbitrarias, y donde las libertades se sienten limitadas.
Pro y contra: ¿Fue un paso positivo?
Pros
- Continuidad de políticas de seguridad que han reducido drásticamente los homicidios, lo que le ha dado a muchos salvadoreños una noción de paz urbana que antes parecía imposible.
- Capacidad de implementar proyectos con rapidez, sin trabas parlamentarias profundas.
- Percepción internacional fuerte, cobertura mediática global, proyección de liderazgo contemporáneo que atrae inversiones y turismo.
Contras
- Pérdida de confianza en las instituciones autónomas: jueces, fiscales, tribunales, órganos de control.
- Riesgo de abuso de poder, arbitrariedad y violación de derechos civiles amparados en estados de excepción.
- Descontento creciente con temas económicos: inflación, costo de vida, falta de mejoras sustantivas en salud o educación pese a los recursos enormes desplegados.
Lecciones que Bukele podría aprender — y que otros gobiernos deberían observar
Lo que otros países debemos aprender de Bukele:
- Que la seguridad puede ser restaurada y cambiar radicalmente la vida urbana si hay voluntad política.
- Que la comunicación directa y el uso de redes sociales sabiamente usadas fortalecen la percepción de liderazgo.
- Que las mayorías votantes valoran resultados tangibles más que discursos vacíos.
Lo que Bukele podría aprender de otros:
- A reforzar los contrapesos institucionales para no socavar legitimidad democrática.
- A diversificar el discurso, atender críticas con apertura y proteger la libertad de prensa y expresión.
- A equilibrar seguridad con justicia, proteger los derechos humanos y evitar excesos bajo regímenes de excepción.
El fenómeno Bukele no es pasajero ni simple: es una transformación política que pone en jaque viejas reglas, y que genera tanto admiración como temor. Su apoyo masivo le da una legitimidad real, pero el siguiente paso decisivo será si logra mantener ese respaldo sin perder libertades ni institucionalidad. Muchos países observan con advertencia y expectativa lo que ocurre en El Salvador: aprender de los logros sin caer en los errores.
La popularidad no debe usarse como excusa para erosionar democracia, sino como trampolín para un Estado fuerte, justo y equilibrado. El experimento Bukele ha comenzado; el mundo espera que la justicia, el derecho, y la libertad no sean el precio del orden.
* El autor es asesor de comunicaciones, acciona en manejo de crisis y es productor y creativo de medios tradicionales y digitales.