PRM: entre la institucionalidad y el riesgo de repetir la historia
Por Abril Peña
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) va rumbo este fin de semana a un taller estratégico de su Dirección Ejecutiva en Jarabacoa, con la presencia del presidente Luis Abinader e invitados internacionales. La convocatoria, según José Ignacio Paliza, busca evaluar los logros alcanzados y las metas a futuro, además de fortalecer el vínculo entre partido y sociedad.
La iniciativa es positiva y necesaria. Desde fuera, el PRM luce muchas veces como una organización que funciona más como maquinaria electoral que como partido político. La percepción de que no se reúne con frecuencia, que no articula vida orgánica, y que ha perdido contacto con su base es un riesgo que, de no corregirse, podría tener consecuencias en los procesos internos que se avecinan.
El talón de Aquiles: la comunicación
Un punto sensible es la comunicación. El PRM cuenta con múltiples dirigentes que opinan en medios, pero carece de una estrategia oficial clara y unificada para defender la gestión de gobierno. En varias crisis recientes se percibió un vacío, como si nadie asumiera la vocería institucional. Un partido que es gobierno necesita alinear su narrativa con la de sus principales logros y metas, sin depender solo del esfuerzo individual de figuras aisladas.
El reto de la unidad internada
La historia del PRD es un espejo incómodo: luchas internas, campañas sucias y heridas insalvables que debilitaron al partido hasta dividirlo. El PRM no puede repetir ese error. De cara a sus convenciones y a la carrera presidencial futura, se requiere un pacto de caballeros entre los precandidatos: cero ataques personales y cero fracturas que imposibiliten el trabajo conjunto más adelante.
Aquí, el presidente Abinader enfrenta quizás el reto más complejo. Su rol será el de árbitro imparcial, evitando caer en el error de Danilo Medina, cuya incapacidad para gestionar la crisis del PLD terminó en el colapso de esa organización.
Aliados y juramentados: ¿socio o almacén de votos?
Otro aspecto crítico es la relación con aliados y nuevos juramentados. Las quejas que se escuchan no son siempre por cargos o nombramientos; muchas responden a la falta de integración real en la vida política del partido. Si el PRM convierte estas alianzas en simples depósitos de votos, sin abrir espacios de participación, corre el riesgo de perder activismo y compromiso político de cara al 2028.
El voto pasivo cumple, pero no moviliza. Y en política, movilizar es sobrevivir.
Este taller es una oportunidad clave: el PRM puede demostrar que aprendió de la historia y que quiere consolidarse como un partido de gobierno con vida interna, estrategia clara y visión de futuro. O, por el contrario, puede dejar pasar la oportunidad y caminar hacia el mismo precipicio que ya otros recorrieron.
