Opinión

Senasa: Entre la corrupción y la falsa ilusión de protección social

Por Yanet Girón

El Seguro Nacional de Salud (Senasa) nació como un mecanismo de equidad, destinado a proteger a quienes no pueden costear un seguro privado. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un reflejo de desigualdad y corrupción institucional. Lo que debía ser un derecho tangible, se percibe cada vez más como un espejismo: coberturas insuficientes, desfalcos millonarios y una gestión que privilegia a unos pocos sobre quienes más necesitan atención médica.

Las investigaciones recientes revelan un entramado de corrupción que involucra a funcionarios, exempleados, médicos y familiares. Más de 4,000 procedimientos médicos fueron autorizados sin realizarse a través de un “call center paralelo”, generando un desfalco superior a RD$41 millones. Entre los implicados destacan nombres como Germán Robles y Gustavo Guilamo, mientras se detectaron pagos a empresas vinculadas a funcionarios, como LUFARCA, propiedad de Ada Ledesma, socia de Robles en otra empresa de salud estética.

El daño no es solo financiero: es humano. Pacientes denuncian que deben comprar medicamentos con su propio dinero, mientras otros han sido facturados sin recibir atención. La supuesta cobertura gratuita se reduce a una experiencia limitada a hospitales públicos, restringiendo la libertad de elección y dejando desprotegidos a los más vulnerables. Lo que debería ser un sistema de protección social se transforma en un mecanismo que perpetúa la inequidad.

Senasa enfrenta un déficit acumulado de RD$3,372.8 millones en el régimen subsidiado, con pagos atrasados a proveedores y sin controles efectivos. La ausencia de supervisión permitió que este esquema corrupto operara durante al menos cuatro años, afectando directamente la confianza ciudadana y la credibilidad del sistema. Las declaraciones oficiales que minimizan la crisis no logran explicar ni justificar la magnitud del problema.

Este caso evidencia que el verdadero reto de Senasa no es administrativo, sino ético y social. La población que más necesita protección —familias de bajos ingresos, enfermos crónicos y personas en situación de vulnerabilidad— es la que sufre las consecuencias de un sistema capturado por intereses privados y corrupción interna. Lo urgente es garantizar transparencia, auditorías independientes y la ampliación real de los servicios, asegurando que todos los afiliados tengan acceso a atención médica de calidad sin costos ocultos.

Senasa tiene ante sí una encrucijada histórica: transformarse en un sistema confiable o perpetuar la desconfianza social. La salud no puede seguir siendo un privilegio ni una promesa incumplida. Debe consolidarse como un derecho real, accesible y transparente para todos los dominicanos, sin importar su posición económica. Solo así el Estado podrá recuperar la credibilidad y cumplir con el propósito para el que Senasa fue creado.

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