Albania: El primer ministro con inteligencia artificial que no acepta sobornos: ¿el futuro de las contrataciones públicas?
Por Angel Puello
Hace unos días, Albania dio un paso que pareciera sacado de la ciencia-ficción, pero que es muy real y urgente: nombró como responsable de todas las contrataciones públicas a una inteligencia artificial llamada Diella. Diella, cuyo nombre significa “sol” en albanés, no es una ministra física, sino un avatar digital creado para asumir tareas claves que antes estaban en manos humanas. El primer ministro Edi Rama hizo oficial esta innovación con el compromiso de que las licitaciones ya no estarán gobernadas por favores, amenazas o corrupción, sino por mérito, transparencia y algoritmos objetivos.
La decisión de Albania no es gratuita. Durante décadas, las licitaciones públicas han sido el corazón de los escándalos de corrupción en ese país: adjudicaciones amañadas, favoritismos, pagos ilícitos, padrinazgos de empresas con vínculos políticos. En ese contexto, poner Diella es una estrategia para eliminar la discrecionalidad humana, reducir la opacidad y avanzar hacia estándares exigidos por instituciones internacionales, especialmente dado que Albania aspira a integrarse a la Unión Europea para el 2030.
¿Y qué podemos aprender en República Dominicana? Aquí tenemos un historial similar: gobiernos de distintos partidos han sido acusados de permitir licitaciones irregulares, sobrecostos, adjudicaciones sin competencia real. Personas, empresas o políticos han sido favorecidos de manera poco transparente. Durante muchas decadas eso ha erosionado la confianza ciudadana y reducido la eficacia del sector público.
La llegada del caso de Albania ofrece una ventana de oportunidad para reflexionar y proponer soluciones prácticas:
- Implementar sistemas de licitación asistidos por inteligencia artificial o herramientas automáticas que evalúen los criterios técnicos, no políticos.
- Publicar todas las licitaciones y sus resultados con datos abiertos, accesibles para la ciudadanía, con auditorías independientes.
- Transparencia en la calificación: los criterios deben ser públicos antes de las ofertas, y que la evaluación esté sujeta a revisión automatizada.
- Supervisión dual: aunque la IA actúe, debe existir supervisión humana imparcial para prevenir sesgos o fallos algorítmicos.
- Pilotaje regional o municipal: comenzar con contratos pequeños para ver cómo funciona el sistema, para luego escalarlo a nivel nacional.
No se trata de idealizar una solución tecnológica, sino de utilizar lo que ya se está haciendo en otra latitud para romper con malos hábitos. Diella no promete eliminar todo el riesgo; habrá quienes duden, quienes afirmen que la IA también puede ser manipulada, y quienes simplemente desconfiarán. Pero lo importante es que la propuesta venga acompañada de responsabilidades claras: quién diseña los algoritmos, quién los audita, y cómo la ciudadanía puede intervenir.
En República Dominicana, una transformación así implicaría reformas legales, voluntad política, inversión en tecnología y educación para que los ciudadanos entiendan cómo actúa el sistema. Significa dejar de aceptar la licitación como zona oscura, y convertirla en un capítulo luminoso de la administración pública.
En conclusión: Albania ha movido una ficha disruptiva al proponer una ministra digital. Nosotros aquí podemos inspirarnos para que nuestras contrataciones públicas no sean terreno fértil para el favoritismo y se conviertan en ejemplo de eficiencia, transparencia y servicio al ciudadano. Es hora de mirar hacia ese “sol” tecnológico —como Diella— que no se cansa, no toma favores y cuyos intereses solo deberían ser claros: el bien común.
– El autor es consultor de estrategias de posicionamiento.