El síndrome del like: la adicción a la notoriedad digital
La notoriedad se ha convertido en una mercancía. La lógica del algoritmo premia la interacción a cualquier costo, empujando a muchos a fabricar controversias, explotar emociones o amplificar el morbo. ¿El objetivo? Obtener “likes”, “shares” y comentarios que alimenten su relevancia. Es el síndrome del like.
En el marco de lo que podría considerarse una moderna patología, algunos personajes han entendido que el escándalo es la vía más rápida para posicionarse. En su obsesión por ser tendencia, recurren a la exageración, la manipulación y, en muchos casos, a la mentira.
Se venden como “la voz del pueblo” o “denunciantes de la verdad”, cuando en realidad motivan y explotan la indignación colectiva para su beneficio personal. Antes, la credibilidad se construía con rigor y responsabilidad. Hoy, el mérito pasa a segundo plano frente al impacto inmediato.
Algunos “influenciadores” no verifican, no contextualizan y no asumen consecuencias. Prefieren viralizar una noticia falsa y luego disculparse (si es que lo hacen), porque el daño ya está hecho y el engagement ya se logró.
El público tiene un rol clave en el desarrollo de este fenómeno. Consumimos contenido sin cuestionarlo, premiamos el sensacionalismo con nuestra atención y compartimos sin verificar. La viralidad no existiría sin una audiencia dispuesta a reaccionar emocionalmente, siguiendo la lógica del rebaño y sin aplicar un filtro crítico.
El síndrome del like no es solo una crisis de valores individuales; es un problema social. Cuando la desinformación y el escándalo reemplazan el debate serio, la confianza en las instituciones, los medios y las figuras públicas se erosiona. Esto genera un ambiente tóxico donde la verdad importa menos que la capacidad de generar interacción.
En síntesis, el síndrome del like es un síntoma de una sociedad hiperconectada, pero cada vez menos crítica. Urge una conversación sobre los límites éticos del contenido digital y la responsabilidad de quienes generan, comparten y consumen información. No todo vale por un like.
Las redes sociales y el libertinaje asociado a ellas merecen una mirada no solo desde la ética, sino también desde la salud mental, debido a la adicción que generan en muchas personas. Se ha demostrado que las interacciones digitales, como recibir un “like” o comentarios positivos, activan el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina, un neurotransmisor asociado al placer. Esta liberación refuerza el comportamiento, llevando a un uso repetitivo y potencialmente adictivo de estas plataformas, las cuales están impulsando una creciente ansiedad social conocida como “Fear Of Missing Out” (FOMO) o el miedo a perderse de algo.