La Natividad en destruida tierra de Cristo
Oscar López Reyes
¿Crímenes de guerra? ¿Palestina, otro fracaso de instancias internacionales?, Los Reyes Magos ¿ensangrentados?, y la Estrella de Belén ¿apagada?
La sangre de Jesús se esparce, macabramente, por los pavimentos de Palestina. Durante los intensos y mortíferos bombardeos de Israel (octubre 2023-2025) contra esa población -con un balance de 72 mil 500 muertos- ingenuos, inofensivos y vulnerables emocionalmente, religiosos de la geografía universal se hincaron de rodillas y oraron en templos en solidaridad con la nación sionista, alegando equivocadamente que se trata del pueblo de Jesucristo. Olvidaron -o no sabían- que Belén, donde nació el Mesías, está enclavada en Cisjordania, Palestina.
Por primera vez en dos años ennegrecidos por la transgresión armada en Gaza, el miércoles 24 de diciembre de 2025 cientos de nativos de Palestina desfilaron -al compás de tambores y bajo un cielo libre de pólvora-, por calles de la comarca en la cual se cree que hace más de dos mil años el Mesías salió del vientre materno de María, en Belén -antigua Efrata-. Marchaban con la mirada puesta hacia la Gruta de la Natividad, construida en el siglo IV debajo de la basílica más antigua de la humanidad, la de la Natividad, en cuyo suelo relumbra una estrella de plata de 14 puntas.
Aprovechando un enclenque alto el fuego en la Franja de Gaza, antes de participar en la misa de Navidad en la iglesia de la Sagrada Familia, en la ocupada ciudad bíblica de Gaza, un niño cristiano palestino desplazado pudo disfrazarse de Papá Noel (nombre francés) o Santa Claus (identificación holandesa). Esta legendaria figura emblematiza encanto, desprendimiento, concordia y hermandad en Navidad, estribada en el obispo del siglo IV San Nicolás de Bari, renombrado por repartir regalos a niños.
Escuchando villancicos, en la ausencia por un rato del crujido de los misiles israelíes y observando los escombros que sepultan los cadáveres de parientes y allegados, miles de cristianos que resisten el invierno y la lluvia en precarios campamentos se abrazaron en el desfile por la estrecha calle de la Estrella de Belén. Siguen encarando una vida de indigencia y sufrimiento, tras la destrucción de sus hogares y seres amados.
Específicamente, Belén está enclavada en los Montes de Judea, en el centro de Cisjordania, Palestina, administrada por la Autoridad Palestina, y está rodeada por tropas de Israel. Se ubica a unos 10 kilómetros al Sur de Jerusalén, su capital nominada, que no está reconocida por la casi totalidad de las naciones.
La pujanza de la costumbre, la fe y la tradición cristiana se confirman en Belén con el encendido del árbol navideño, la procesión, la adoración al Salvador y los adornos en la breve pausa de los bombardeos en el conflicto entre Israel y Hamás, sin la comparecencia de peregrinos cristianos extranjeros, aunque sí en el manto de la solidaridad internacional. ¿Permitirá el despiadado de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, y sus halcones que ocurra igual en la festividad de los Reyes Magos?
El conflicto israelí-palestino asienta sus raíces en el histórico control de Palestina, donde en 1948 fue creado el Estado de Israel, con el masivo e ilegal desplazamiento de palestinos. El Gobierno de Israel no reconoce el Estado palestino, señalando que representa una amenaza para su seguridad.
Tampoco se retira de los asentamientos, alegando que históricamente le pertenecen, no obstante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) haber declarado ilegal, en 2024, la presencia de Israel en los Territorios Palestinos Ocupados, lo que contraviene los acuerdos internacionales sobre racismo y apartheid.
Indignados por el saqueo de sus tierras y por la bestialidad del régimen militar israelí y, en una torpeza mayúscula o desatino de cálculos tácticos, los superiores de Hamás protagonizaron la sangrienta arremetida contra Israel, el 7 de octubre de 2023. Subestimaron el potencial de fuego y la estirpe cruel de Benjamín Netanyahu y los halcones israelíes que, en su contraofensiva genocida contra palestinos, han causado un alto número de víctimas, hambrunas y destrozos a infraestructuras físicas.
Lo uno y lo otro. Las Intifadas (embestidas o levantamientos contra Israel) del movimiento islámico Hamás han erosionado el sionismo (proveniente del Monte Sión en Jerusalén, que postula el establecimiento de un Estado judío en predios de Palestina), ahuyenta los controversiales acuerdos de paz en los estados árabes, aumenta el resentimiento contra los israelíes y robustece las aspiraciones de un Estado palestino independiente. Pero se catea a un padecimiento y un costo de vida demasiado elevado.
En esas laderas y enroques, ¿Desocupará Israel los predios intervenidos, con el respaldo de Estados Unidos? ¿Se producirán nuevas intifadas en Cisjordania? ¿Se extinguirá Hamás? Por la guerra y la Natividad, ¿Están ensangrentados los Reyes Magos?, y ¿Se ha apagado la Estrella de Belén?
